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miércoles, 3 de febrero de 2010

La vida es sueño.


La vi pasar, contoneándose como una fiera, con los ojos rasgados y subida en unos tacones de vértigo.

La paré, le hablé de mi, de ella, la invité a un café. Hablamos y reímos. Nos miramos con ternura a veces con pasión otras, con descaro unas y de soslayo otras. La agasajé con palabras, con caricias infinitas, con sueños y besos. La llevé a París, le regalé una flor que inmortalizó entre versos de Benedetti, le desenredaba el pelo mientras escribía en su vieja Oliveti, dejé que desangrara mi alma con su boca y sus manos, descubrí sus mentiras, perdonó mis defectos, borramos nuestras huellas y nos perdimos donde nadie pudo encontrarnos, deshicimos los días y amamantamos las noches, engendramos al más puro deseo, fusilamos la nostalgia y la rutina.
Pasaron los años, abracé sus arrugas y ella tiñó mis canas con el color de sus labios. Nos reímos del mundo, de los que no tuvieron fe, de la soledad y morimos igual que entonces, cuando la encontré.

Llevaba el pelo largo, sin peinar. No advirtió mi presencia, ni tan siquiera giró la cabeza. Volaba otra mujer con la que soñé mi vida en apenas unos segundos. Lástima que a mi me soñara el miedo.

Vesper .. *